Podría contar su vida uniendo casualidades. Momentos que cambiaron el devenir de su historia y que, quizás sin saberlo, supo aprovechar: como su llegada al mundo de la seguridad cuando nada tenía que ver con él. Acabar con los robos en las taquillas y de material clínico y proteger las valiosas obras de arte y muebles, que albergaba el ya desaparecido Instituto Nacional de Oncología (INO), fue para Carlos Ruiz Virumbrales, hoy jefe de la Unidad de Gestión de la Seguridad y Orden Interno del Hospital Doce de Octubre de Madrid, su «bautismo profesional».
Con escaso conocimiento de sus nuevas funciones –era entonces el responsable del personal no sanitario del Hospital Clínico San Carlos–, tuvo que «aprender día a día, tomar contacto con las primeras empresas de vigilancia e incluso montar un servicio de seguridad», recalca. Después, asumir la gerencia del Instituto de Formación Keynes le apartó de esa incipiente relación con la seguridad. Pero, años más tarde, retomaría su antiguo puesto, ahora en el Hospital Doce de Octubre y, de nuevo, asumiría esas funciones de responsable de seguridad, «entre comillas», matiza.
A partir de ese momento, una constante inquietud por formarse de manera profesional en seguridad. El esfuerzo, la tenacidad y el interés que pone en todo lo que hace –algo que se percibe nada más comenzar la conversación– ha dado sus frutos al implantar una Unidad de Gestión de la Seguridad en el hospital, uno de los pocos centros españoles que cuenta con ella.
Al mando de un «envidiado» departamento y «junto a mí» –son palabras exactas de él– un equipo de profesionales y «amigos», Ruiz Virumbrales asegura que el vertiginoso día a día de un hospital es «el propio reflejo de la sociedad, pero de forma muy concentrada». Muchas y diferentes situaciones «han visto mis ojos: armas de fuego, vigilantes agredidos, pirómanos…», pero el recuerdo del 11-M permanece imborrable.
Temas profesionales aparte, de pocos es conocida su faceta como actor. Espectador voraz de cine y teatro, –«desde mi más tierna juventud», dice con picardía–, cuenta cómo la ausencia de un actor en un montaje en el que participaba su mujer, le puso de repente sobre el escenario. Una vez más, ¿casualidad? Desde entonces no se ha bajado de las tablas –pequeños papeles en series de TV, y hasta «un anuncio con Falcao»– e incluso se ha convertido en el productor de la compañía –Barbieri–. «Mi faceta de actor me ayuda a desconectar de la tensión diaria».
Ahora hace sus pinitos como locutor radiofónico en la emisora online Miraradio.es, con un programa sobre seguridad «para la sociedad en general».
De cómoda conversación y afables gestos, parece no querer despedirse sin explicar que la vida a veces te enseña tarde, y no «somos conscientes de que en muchas ocasiones dejamos de lado lo más importante: aquellos que te rodean y siempre están ahí».
Éstas, son solo unas líneas con pequeños fragmentos de un pasado que lleva con él en su presente. λ
